Cuando era pequeño si tenías una afición y querías buscar información sobre ella había que recurrir a las revistas especializadas, internet no tenía todavía la ingente cantidad de contenidos de los que disfrutamos hoy en día, y así, a través de una publicación que Sony publicaba trimestralmente me aficioné yo. Las cosas funcionaban de manera diferente, acudías a la tienda de tu localidad  y escuchabas sus equipos durante horas, comparabas uno con otro y cogías todos los catálogos y panfletos que podías. Mi ilusión era poder llegar a adquirir un equipo de aquellos que tan bien sonaban. 


    
    Con el tiempo conseguí ahorrar lo suficiente para comprar un reproductor de CD de la marca Technics para añadirle a un viejo equipo de música que tenía en casa y...¡Menuda maravilla! Durante un tiempo mis necesidades fueron cubiertas por aquel equipo, hasta que un día fui a casa de un amigo. Su padre tenía un viejo amplificador también Technics de principios de los años 80 y unos altavoces Bose, aquel amplificador era genial, el diseño robusto era de un metal pulido que lo hacía parecer una obra de arte, pero sobre todo, como sonaba...aún hoy en día, después de haber escuchado equipos de miles y miles de euros lo recuerdo como algo impresionante. Su sonido era redondo, potente a la par que refinado, los bajos rápidos y profundos, los agudos brillantes y definidos a la vez, y los medios simplemente perfectos para mí. Yo quería un sonido así y me propuse comprar un amplificador.



    Llegó el día, había ahorrado suficiente para poder adquirir un receptor AV, que era mucho más avanzado que un simple amplificador, pues podía decodificar un montón de señales de audio diferentes provenientes de las películas. Sus 5.1 canales eran un gran aliciente, así como todas aquellas características tan a la última, que si Dolby Surround Prologic II, Dolby EX, dts, etc, etc. Y que decepción, sonaba bien y potente, pero incluso parecía perder en ciertas comparaciones con mi viejo equipo y ya no se me ocurría pensar en el equipo de mi amigo, eso era otro mundo. Durante un tiempo me arrepentí muchísimo de mi compra, pensaba que Sony había reducido su calidad, su gama ES de componentes es legendaria entre los aficionados al Hi-Fi, y sí, tenía razón, la calidad ya no era la misma.



    Las grandes marcas de audio como Sony, Pioneer, Kenwood, Technics, etc, fueron adaptando sus productos a la era digital, sustituían sus viejos equipos analógicos por nuevos equipos con procesadores digitales y secciones de amplificación paupérrimas, primaban las funciones que pudiesen ofrecer sobre la calidad de audio. Empresas como Dolby generaban estándares para el cine y si querías poder utilizarlo en tu equipo, para estar a la última, los fabricantes tenían que comprar sus licencias. Así el reparto entre la inversión en los materiales y diseño del producto y lo que debían pagar en licencias fue creciendo a favor de este último.  Este es el modelo vigente hoy en día, equipos con wifi que reproducen contenidos de tu pc o tu smartphone directamente, que ofrecen correción automática para tu salón, que tienen radio por internet, que tienen 10 entradas hdmi y mil características más, y que suenan realmente mal. Quizás para mucha gente sea suficiente, pues escuchan la música a través de los altavoces de su ordenador, la minicadena comprada en una gran superficie o la propia televisión, y desde luego cualquier 5.1 barato colmará sus expectativas, pero no las de aquellos que tengan verdadera pasión por la alta fidelidad. 



    Los estándares vuelan, todavía no se ha implantado de manera masiva en el mercado una conexión cuando está saliendo el siguiente modelo, es decir, tu equipo AV está prácticamente desfasado en el momento de quitarlo de su caja. Eso no quiere decir que no funcione, sólo que es una carrera sin sentido por tener lo último. No puedes dar la espalda al progreso, pero progresar en el camino equivocado no sirve de nada, y es un sinsentido que con todo lo que avanzó la tecnología en los últimos 30 años un equipo de 80.000 pesetas de 1980 suene mucho mejor que un receptor AV de 3.000 euros (aproximadamente 500.000 pesetas) de 2013. 



    Por suerte internet ha permitido que muchos apasionados del audio y la alta fidelidad creen sus propias marcas y productos, y como veremos en otros artículos, existen buenísimas alternativas a las marcas más conocidas.


HIFI de pega


    ¿Por qué envejecemos? Para comprender este fenómeno primero tendremos que comprender como funciona la vida. Partimos de la célula, la unidad básica de cualquier ser vivo, estas células tienen un paquete de instrucciones determinado por sus genes que definen como han de ser y comportarse, lo cuál llamamos ADN. Estas células siguen un ciclo por el cual sufrirán un proceso llamado división celular, que consiste en la división de una célula en otras dos células iguales a la original. Y por eso crecemos y nos desarrollamos.


    El problema reside en que no crecemos toda la vida, sino que crecemos hasta un determinado punto y luego empezamos a envejecer lentamente, es decir, nuestras células dejan de dividirse y crear nuevas células. Esto ocurre porque el ciclo de división no es infinito, sino que sucede un determinado número de veces. Aquí nos encontramos con el problema cara a cara, ¿qué determina cuantas veces puede dividirse una célula? Pues ese dudoso honor lo ostentan los telómeros.


    Los telómeros se podrían definir como los extremos de las cadenas de ADN, y entre sus funciones se encuentra la de regir la división celular. ¿Pero por qué afectan a cuantas veces se puede llevar a cabo ese ciclo? Pues porque acortan su longitud en cada división perdiendo así capacidad de réplica. Es fácil de imaginar que cuanto más grandes sean, más divisiones podrá llevar a cabo una célula y por tanto vivir más tiempo.



    En este punto somos conscientes de cuál es la razón que nos lleva a envejecer o a vivir menos tiempo, ahora viene lo que a la gente le cuesta creer. Si conocemos el problema, ¿por qué no ponerle solución? Y la solución se llama telomerasa. La telomerasa es una enzima que permite que los telómeros se regeneren y por tanto aumente la cantidad de divisiones que las células pueden llevar a cabo y su descubrimiento le valió el premio Nobel de medicina a tres científicos en 2009.  Así pues la telomerasa se podría decir que es la fuente de la eterna juventud.


    Jugar a modificar nuestras células tiene un precio, y ese precio se llama cáncer. Un cáncer consiste precisamente en la reproducción fuera de control de las células por así decirlo y cuando se estimula la actividad de la telomerasa la célula tiende a desestabilizarse y a presentar propensión a volverse cancerígena. Algunos animales se benefician de su extraordinaria capacidad de utilizar esta enzima para mantenerse siempre jóvenes o vivir mas tiempo sin sufrir este "efecto secundario", la langosta por ejemplo, que no envejece y crece indefinidamente, es cierto que no son inmortales porque mueren por diferentes causas, pero no por vejez. Los investigadores que están trabajando con la telomerasa ya han conseguido alargar la duración de la vida de varios ratones utilizándola para modificar la longitud de los telómeros.

    La inmortalidad o mejor dicho el alargamiento indefinido de la vida está a la vuelta de la esquina. Y no, no es ciencia ficción, sólo ciencia a secas y está al alcance de nuestra mano.  Los procesos se perfeccionarán y tendremos en un futuro no demasiado lejano esta capacidad. ¿Es correcto o moralmente acertado que modifiquemos el ciclo natural de la vida?  Como reza una famosa frase sacada de un cómic, "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Y de eso no andamos sobrados.

La telomerasa y la inmortalidad


    La industria televisiva se prepara lentamente para un cambio en su modelo de negocio. Internet inunda nuestra vida y ello cambia nuestra manera de consumir contenidos, y la televisión no es una excepción. Las compañías de televisión por pago están empezando a explotar estas posibilidades. Ampliar la reproducción de sus contenidos a plataformas digitales como los ordenadores, consolas o dispositivos móviles es ya una realidad. Y es precisamente aquí donde Apple tiene que enfocar sus esfuerzos.
    Apple a través  de  iTunes es líder  mundial  de distribución  de  contenidos  digitales  y  en Cupertino nadie oculta que la televisión es un claro objetivo para la compañía. La demora en la  presentación  de  una televisión  de  Apple es  una  consecuencia de  la complejidad  que implica adentrarse en este mercado. Vayamos por partes para entenderlo mejor.


En contra


    El contenido. Como era de esperar los proveedores de cable o televisión por satélite no están dispuestos a ceder parte del pastel y prefieren crear sus propias plataformas de contenido online. En este escenario la única salida posible para Apple es convertirse en un competidor más. Parte con la ventaja de llegar a un público mucho mayor y tener una plataforma que incluye muchos más servicios para el usuario, lo cual es un aliciente a la hora de contratar el servicio, pero la negociación individual con cada grupo televisivo supondrá sin duda un freno importante. Además de que dichos grupos suelen tener como dueños parciales o totales a los propios proveedores de televisión, impidiendo así la inclusión de cadenas populares en el servicio de Apple.


    La distribución. Internet ha crecido mucho, pero la velocidad de acceso es una limitación real. Asegurar una calidad mínima en la reproducción de contenidos en muchas zonas del globo es impensable, el streaming de música es relativamente sencillo ya que no requiere un gran ancho de banda, pero reproducir contenidos televisivos en HD en tiempo real es un reto que no muchas conexiones podrían soportar. Y el futuro a medio plazo estaría comprometido también pues la emisión en formatos como el 4k es aún mas exigente.

    El hardware. Son varias las posibilidades que podría manejar en este área. Es obvio que para que la plataforma funcione, el servicio de TV  tendría que llegar a todos los dispositivos iOS y OS X,  la cuestión es cual será la opción elegida para nuestro salón. Una opción sería una smartTV con iOS y Siri, sin duda un gran producto pero que tendría un coste muy alto y por tanto una opción elitista y apartada del consumo de masas, además de encontrarse una fuerte competencia por parte de compañías como Samsung o Lg, grandes dominadoras en estos momentos. El AppleTV actual se dibuja como la opción ideal, pequeño, hardware derivado de otros productos ya existentes y bastante atractivo.


A favor

     iOS. Sin duda el ecosistema creado alrededor de este sistema operativo es una de las mayores bazas que puede jugar Apple. El catálogo de aplicaciones es enorme y además es una de las plataformas de videojuegos que más ha crecido. Si juegan bien sus cartas podría convertirse en un competidor de Sony o Microsoft en este campo, cierto que no puede aspirar por ahora a competir con los juegos de Xbox One o PS4, pero hay un gran público que no necesita los mejores gráficos para entretenerse jugando. Los juegos para iOS o Android ya generan más ingresos que las consolas portátiles y por que no aplicar este modelo a nuestros salones también.

    iTunes. En iTunes ya puedes disponer de música, cine, libros, radio en streaming, podcast, apps e incluso apuntes para la universidad, añadir contenidos televisivos tanto en directo como a la carta sería la guinda del pastel. Un usuario de iTunes podría disfrutar de todas las posibilidades de entretenimiento digital con gran comodidad, unificando sus gastos en un solo proveedor y en una plataforma conocida y de confianza. 

    Posición. Apple es un gigante capaz de cambiar hábitos de consumo y comportamiento en todo el mundo, el mero hecho de que presente un producto o servicio nuevo es noticia en todos los medios, y sabe aprovechar ese tirón. 

    ¿Nos sorprenderan con un producto revolucionario? Probablemente no, pero si puede revolucionar la manera en la que consumimos televisión y sacar unos suculentos beneficios de ello.

Apple y la televisión